Ya estamos de nuevo inmersos en la rutina escolar y ahora los padres nos encontramos en el momento de decidir si completamos las jornadas con actividades extraescolares y en ese caso cuáles.

En ocasiones, las largas jornadas laborales que no coinciden con el horario académico de los niños hacen que esto no sea una decisión sino una necesidad. En otros casos creemos erróneamente que necesitan acudir a estas clases todos los días para llegar a ser grandes y geniales en todo lo que toquen. Ambos puntos de partida son un error.

Las actividades extraescolares tienen multitud de beneficios: les ayuda en su formación personal y académica, les permite desarrollar habilidades sociales y conocimientos fuera del aula, conocen otros ambientes y amigos, estimulan la sana competencia, y así una lista interminable. Pero amparados por estos argumentos no podemos rellenar los horarios de nuestros hijos sin un límite.

Lo recomendable es tener actividades una o dos veces por semana, y si son más días, dejar siempre uno o dos días libres. El juego es la mejor actividad extraescolar ¡no solo en la etapa infantil! Jugar fomenta la creatividad, la salud y la autonomía ¡y es gratis!

Podemos agrupar la gran oferta existente en tres grupos:

-Actividades deportivas: mejoran la coordinación y la psicomotricidad, y fomentan valores como la disciplina, el compañerismo, espíritu de equipo, la superación y el respeto. Pueden ser deportes de equipo, ideales para los más tímidos pues aportan seguridad y les ayuda a relacionarse con otros, o individuales, más indicados para los más activos.

-Actividades artísticas o de ocio: baile, música, manualidades….Sus puntos fuertes son la creatividad, la imaginación, las destrezas manuales. No olvidemos que deben divertirse con ello y no considerarlo una obligación.

-Actividades académicas: los idiomas, las clases de refuerzo… Es importante en este caso que se les de un carácter menos serio que el que tienen en el colegio para que no lo consideren una extensión de la jornada escolar.

Todas son buenas opciones pero hay que elegir. La clave está en conocer las capacidades y necesidades de cada niño dependiendo de su edad y carácter. Se trata de evitar que se aburran, rechacen y abandonen así que es una buena idea preguntarles sus preferencias, tienen que hacerlo voluntariamente así que nunca lo usaremos como castigo. No debemos dejarnos llevar por nuestras preferencias personales ni imponer que practiquen algo basándonos en una frustración personal de nuestra infancia, está bien motivar pero no obligar. Puede sernos de gran utilidad la opinión de sus profesores que les conocen y tienen una percepción de lo que les puede venir bien, ajena a la pasión de padre/madre que a veces nos ciega.

Y como último consejo, lo mejor es combinar diferentes actividades y tener en cuenta si son varios hijos, las personalidades y habilidades de cada uno, a lo mejor no es buena idea que vayan todos a las mismas clases pese a que nos resulte menos práctico y cómodo, pues pueden llegar a desarrollar una competitividad poco sana entre ellos.

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